En la cultura coreana, los fantasmas o espíritus son clasificados según sus características, unos de ellos son mas temidos que otros, y se manifiestan en distintas formas o lugares.
Para empezar, comenzamos hablando de los Mul Gwishin o fantasmas de agua en nuestro idioma, estos son los espíritus de personas que murieron al ahogarse. Acechan mayormente en verano, y se les teme porque atacan a los vivos con la intención de convertirlos también en un alma en pena que les haga compañía.
La siguiente clasificación corresponde a los Gumiho o zorro de nueve colas. Estos espíritus aparecen en otras culturas asiáticas, por ejemplo; en Japón, se les conoce como “Kitsune” y en China son las “Jing Huli. Se dice que han vivido mil años, y durante todo ese tiempo han tenido distintas formas. En la antigüedad se creía que se comían los órganos de la gente para convertirse asi en humanos.
Actualmente, los Gumiho causan menos miedo porque sus fechorías han ido en descenso y se cree que el mas temible de sus actos consiste en disfrazarse de una hermosa mujer, con la intensión de conquistar al hombre de sus sueños, a veces incluso han ayudado a los humanos, esto de acuerdo con la mitología coreana, lo hacen porque aspiran subir al cielo y vivir en el Palacio del Gran Emperador de Jade, y esto solo lo conseguirán si se portan bien.
Pero, volviendo a cosas aterradoras, dejamos lo mejor para el final y estos son los Dal-Gyal Gwishin, unos espectros muy conocidos, que se caracterizan por la falta de ojos, nariz y boca, tampoco tienen extremidades. Según se cuenta en numerosas leyendas de terror de esta zona, cuando una persona tiene la mala fortuna de encontrarse con uno de ellos, es una sentencia segura de muerte.
A diferencia de otros Gwishin, no se conoce una forma de calmarlos, o de ayudarles a descansar en paz para que ya no representen un peligro para las personas, lo cual ciertamente los convierte en una aparición muy poderosa con la que nadie querría encontrarse jamás.